Samsung ha enfrentado la primera huelga en su historia, un evento que destacó por su naturaleza ordenada y casi amistosa. Aproximadamente 28,000 trabajadores participaron en la protesta, utilizando tácticas como el «uso coordinado de vacaciones», lo cual permitió que la huelga transcurriera con mínima interrupción a las operaciones diarias de la compañía. Los empleados buscaban mejoras salariales y en sus condiciones laborales, con demandas específicas que incluían un aumento del 6.5% en los salarios.

Las negociaciones entre el sindicato y la dirección de Samsung habían estado estancadas, llevando a los trabajadores a optar por una forma de protesta que refleja una cultura corporativa única. La huelga fue diseñada para presionar a la gerencia sin causar un paro total de las actividades de la empresa, lo que subraya un enfoque estratégico y considerado por parte de los empleados y el sindicato.

Este evento no solo marca un precedente en la historia laboral de Samsung, sino que también podría tener un impacto significativo en las prácticas laborales en toda la industria tecnológica, demostrando que es posible llevar a cabo protestas laborales de manera efectiva y civilizada.